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  La obra más reciente de Paula resulta de un proceso que empieza con los collages básicos, son trabajos abstractos hechos a mano con papel serigrafiado. “Voy recortando y pegando colores y texturas para crear espacios, sensaciones, explosiones, sorpresas visuales.” Luego vienen las serigrafías de semillas, en ediciones de tinta sobre papel, que brotan al combinar formas y colores con ritmos y cadencias, pero ya con la idea  de volver a la fuente original y básica del diseño, la naturaleza “cuyas formas son insuperables en muchos casos”.
    Finalmente, el camino digital consiste en escanear ciertas obras para trabajarlas luego  en el computador con Adobe Ilustrador. Ese es el origen de la selva figurativa trasladada a grandes impresiones digitales de pigmento sobre algodón que recuperan una jungla que bulle de energía, “un reino lleno de bichos, de vegetales y animales que se multiplican por el milagro de la luz, la clorofila y el agua, tejiendo la red de la vida a la que pertenecemos. Lo interesante  es que antes ya se han multiplicado, de igual manera, en el computador por la gama infinita de posibilidades que ofrece ese laboratorio digital.
    Paula cuenta que comenzó a usar una computadora en 1986, cuando ganó como premio su primera Macintosh en la Bienal del Afiche. “Solo la usaba para diseño gráfico, pero poco a poco esta fantástica herramienta se ha convertido en parte esencial de mi  proceso creativo. He ido guardando dibujos, diseños, logos, ilustraciones, bocetos, ideas sueltas. Eso se ha convertido en un archivo muy grande y personal que uso y cambio y reproduzco, saco, recorto, prendo y apago. Son  imágenes que reciclo y recreo todo el tiempo, igual que un  collage manual, y luego imprimo con la los nuevos medios de impresión fotográfica artística que son de óptima calidad.
Este nuevo medio está lleno de posibilidades que voy descubriendo día a día, me entusiasma  explorar la flexibilidad y las variantes de esta herramienta fantástica creada por el ingenio humano, llena de trucos interesantes; por ejemplo, traes un color de otro elemento y multiplicas las plumas de un pájaro. Y puedes trabajar rápido, , lo tienes todo ahí, ya no es necesario el taller gigante con ácidos y tóxicos. El ratón se convierte en gubia, en brocha, en lápiz, y las ideas se multiplican.”
    Pero, fiel a su origen, Paula aclara que esto no reemplaza a los otros medios, que conservan su encanto particular. “Aunque a algunos tradicionalistas no les gusta para nada, es una herramienta nueva, legítima, que abre un nuevo campo sin límites. Creo que a Araceli Gilbert,  a Vasareli, a Le Parc y a tantos otros les hubiera fascinado, se hubieran vuelto locos con semejante herramienta. David Hockney, que expuso grandes trabajos digitales hace un año,  dice que le fascina la tecnología para hacer imágenes y que considera el iPad como una herramienta seria que está influenciado a la pintura actual por su rapidez, movilidad y versatilidad.”
    Paula afirma que esto expande la conciencia que la gente tiene de la tecnología, de algo frío y mecánico como un triciclo, a otra cosa, libre, poética y vital, como una bicicleta de bambú que corre por el bosque. Pero al mismo tiempo cree que la pintura y el dibujo nunca desaparecerán, sus imágenes tienen mucho poder, reflejan las imperfecciones del trazo directo y nos han acompañado por milenios.